FADE IN:
I
En una noche de estrellas estrelladas, Mauricio recargaba sus posaderas en un viejo Cadillac.
Desde aquel nocturno panorama, él y su automóvil parecen dos pequeños puntos debajo de la pintura de un cielo púrpura e inmenso. Se podría decir que el amanecer estaba avisando su llegada, pero la verdad es que este narrador no se comprende bien con la astronomía, así que, digamos, solamente estaba muy entrada la noche.
A Mauricio le encantaba contemplar la nada porque en verdad nada veía, parecía que contemplaba aquel cielo tan sublime con aquella mirada de bizarro jinete solitario. Él, inconvenientemente, tenía puestas las gafas de sol porque pensaba que le proporcionaban algún tipo de defensa o, incluso, estatus social.
Esperó minutos y fue a orinar a un feliz cactus, luego volvió al Cadillac y se recostó sobre el cofre. Duró, tal vez, una hora, hora y media.
Cerró sus ojos.
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