Sé fecundo

Letrologías Ediciones Digitales

Sé fecundo como el útero de la pacha mama, que la ansiedad del afán diario no te permita crear,

como el negro regazo de la tierra, acuna tus semillas y día a día cultívalas para que sean frondosas huellas…

y den sombra a los hijos de las eras, den fruto a las masas hambrientas, vuelvan a ser semilla para volver a iniciar el baile ancestral de la fecundidad de las ideas.

El arte de la creación está en tus venas, sirve a los impulsos casi maníacos de la inspiración y sonríe al invisible embrujo de lo indecible.

La gran colmena de la vida, siempre tiene abundante miel para los incomprendidos que alimentan la esperanza entre la aparente ruina que promocionan, simplemente, sé fecundo.

Christopher Cástibar, Poesía pa’ pensar.

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Espejos del alma

Letrologías Ediciones Digitales

Ojos cual espejos que reflejan la esencia del alma, emoción y sentimientos como nubes siderales que brillan por si mismas.

Son la ventana al amanecer, al milagro de la vida moviéndose a tu lado como llama inquieta que acuna el viento de los días.

Ojos de amigo que incandescentes suspiran amabilidad, sinceridad en su brillo… admiración en su regazo.

Los míos con más lunas en su esplendor florecen en sabiduría y tierna calma.

Espejos del alma que nunca dejen de alumbrar mis días y que su susurro del amor sin palabras siempre canten a mi oído.

Idea original: Nancy Arévalo, Colombia. Edición y estilo, Christian E Castiblanco

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El monte

Etéreo

Imagen tomada de: https://www.pexels.com/es-es/foto/bosque-de-arboles-verdes-880675/

Cerca de mi casa tenemos una especie de boscaje, aunque se lo conoce por una denominación menos elegante, “el monte” (incluyéndome), pero el nombre no importa tanto, sino lo que se circunscribe en él, es que después de cualquier lluvia, deja al ingenio de uno, una especie de halo de misterio para todo el que cruce por ahí y te empuja como un imán a que descubras su interior. Más aún cuando la noche se tiñe de incógnitas y el croar de las ranas dan un toque escalofriante a la atmósfera.

Me tildarán de loco, pero una noche decidí investigar por mi propia cuenta, a modo de comunicación, tampoco antes había escuchado que alguien haya perdido la vida u ocurrió algo que se tome como experiencia negativa, en ese aspecto, el miedo de lo que se desconoce hace que parezca real todo lo que imaginamos.

Sin…

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Rapsodia por un instante

UNA LUZ MÁS

La noche seguía nevando y a ratos, el viento golpeaba con graznidos de pájaro en la ventana. El cuerpo del sonido aun resbala en el vidrio como un animal herido, su gran rueda de soledad piensa sin pensar, fresca entre los follajes. Adentro, el abandono se exilia pero antes de irse a dormir, empuja los cuerpos a una pasión secreta, que ya habían bebido en otro siglo los dioses. Una música ligera marca el rítmo; movimientos imantados al beso. Bailan en la alfombra y un jardín oscuro los oculta del mundo, entonces escuchan las mismas notas en el mismo paso, y mientras sopesan el roce de sus caricias, crean una rapsodia con las voces inaudibles del tacto. Es imposible imaginarse sin esta mano, fuera de esta forma, suspiro de la carne, ser algo más. No hay nada más allá de este instante, más allá del tiempo se caen los pasos…

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ENMARISMADA

LA BANCARROTA DEL CIRCO

Imagen/ Antonio Palmireni

De qué escribiré mañana
¿De la lagartija
que busca la luz
en la pared encalada?
¿De balcones habladores
con arañas de encajes
y celosías?

—– – Quiero ser latido del mar.
Alpargata
de esparto,
llévame a oír el canto
del colirrojo.
—– – Ondularme de infinito

abrir las puertas
derrumbar los muros
bajar al sótano
de las mariquitas de luz
de las luciérnagas
ciegas
que oyen el eco
de la campana
que solo tañe
al viento Sur.
El sur que queda allá
tan lejos.
El sur templado.
El sur de la copla
el de la bulería
la soleá y el fandango.
El sur del Cristo
de los gitanos,
caracolas encendidas
antorchas
caladas de alfileres
de mantones
de peinetas
y mantillas.
Gitanos de pies descalzos
dientes de plata
y la sangre ardida.

Sur que surge del
hondo
de la marisma.

*********

Susceptible de ser revisado y retocado cincuenta…

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Aguja de los omeyas (II)

La choza de Crixus

Intermedio II. La ascensión de la sombra

Y allí estaba la aguja de los omeyas. Oxidada, torcida, vieja, encarcelada. A pesar de mis esfuerzos, o gracias a ellos, presentía que me quedaba vida aún para ver el legado de mi padre y mi abuelo hechos añicos.

Mis carceleros, cada vez más nerviosos, me pasaban noticias primero de la caída de Damasco a manos de los rebeldes. Luego, de que toda mi familia había sido pasada a cuchillo por las fuerzas abasíes, que no olvidaban cómo años atrás yo les había dispensado el mismo tratamiento. Al final, aterrados, dejaron abierta mi reja y una cimitarra –tan antigua y oxidada cómo yo mismo– a mis pies, tartamudeando que me salvase, porque ellos iban a huir.

Yo no. Alá el Justo me había castigado con una vida larga para que cargara con mis penas, pero Al-Abbás ibn al-Walid, hijo del califa Al-Walid ibn…

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Miércoles de poesía: «Infinito»

Ana Centellas

Fuente: Pixabay

Infinito

Estoy cansada

de tener un jodido universo

dentro de mi cabeza,

al que te lanzan,

sin permitirte equipaje,

como en una nave espacial

para la que no tienes pasaje,

pero al que tampoco

puedes renunciar.

Tú sales propulsada

a alguna extraña galaxia,

sondeando los abismos

que yacen en las estrellas,

absorbida

por los agujeros negros

en los que, después de todo,

ya solo queda vacío,

ya solo queda el silencio

de este viaje infinito.

Ana Centellas. Diciembre 2021. Derechos registrados.

InfinitoporAna Centellasse distribuye bajo unaLicencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional

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Memoria Prestada

UNA LUZ MÁS

Había una niña asomándose a la memoria de sus padres. No supe de donde vino, cuando la vi ya estaba allí sosteniendo un banquito que después colocó junto a la cama. Recuerdo que hacía viento afuera y por la época del año, podía uno imaginarse el frío descomunal que rodeaba la casa.

No es fácil justificar un acontecimiento de ésta naturaleza, por lo que me limito a dar cuenta de lo ocurrido adentro, lo que la niña observó en pocos minutos.

Ellos duermen, duermen juntos y están tan lejos el uno del otro…

Mi padre es un niño flacucho y pálido que vive en su propio mundo, se queja de las tareas arduas en la tierra, dice que llegará a ser médico, pero de qué manera si llega de la escuela a pulir los yugos, a ser el hermano mayor, y a defender a su madre de los maltratos y…

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Sentí sentir

Reve Cossue

Sentí como la muerte

se deslizaba entre mis dedos,

como un líquido buscando una salida

perdiéndose en la porosa tierra.

Sentí como mi sangre

se calentaba cuando mi carne estaba fría,

buscando conservar mis recuerdos

que no desapareciesen.

Sentí mis últimos latidos

y las últimas imágenes que amaba se evaporaron,

era consciente de mi invisibilidad

de no poder decir nada.

Sentí por un segundo todas las emociones

aquellas que consideraba importantes,

de todas las alegrías y las penas

también de si volvería una vez más a reencarnarme.

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Enemigos de lo ajeno, noches nuevas

De literatura y otras palabras

De Héroes o del Último. Debate absurdo y periférico, pero al que todos nos prestábamos aun cuando ninguno de los dos grupos seguía ya en activo. Yo me declaraba del Último, no sabría decir muy bien por qué. Los había escuchado más, sencillamente. Había otros que se desmarcaban del debate y preferían a Extremoduro. Gente para todo. Sea como fuere, «Astronomía Razonable» me había abierto las puertas: una cinta de casete que me grabó Pinteño allá por tercero de BUP. Luego vino «Enemigos de lo ajeno», el primer CD que mi hermana compró cuando completamos el equipo de música al que mi padre no había consentido en añadir el pertinente reproductor (vinilo y casete, para qué más, pensaría). El CD se tiró muchos años en el expositor sin que yo le prestara la más mínima atención, hasta que se hizo inevitable dar el siguiente paso: poner imprevista banda sonora a…

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