Cuando zarpó el amor para Paco

TINTA AJENA

Francisco, de apellido Vitorino, tiene 64 años y su mujer lo acaba de dejar, en pleno mes de julio. El motivo es, según ha dicho ella, porque quiere pasar el resto de sus días buscando el sol en la playa. No obstante, en el pueblo se rumorea que se ha fugado con el socorrista de la piscina municipal, un papi chulo de tres al cuarto y, ahora, Francisco no puede dejar de imaginárselo como el tiburón que se la llevó. Vitorino, como algunos le llaman, siente que tiene el alma herida, sobre todo porque en el pueblo le dicen el venao.

—¡No te alteres, Paco, que te sube la bilirribuna! —le ha intentado consolar su amigo Jorge, en la barbacoa que ha organizado en su casa, o barbequiu, como les ha corregido su nieto Miguel, un pobre chaval que Francisco no tiene ni la más remota idea de…

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